Lluvia de ideas para disfrutar de unas vacaciones «relajadas» con nuestros niños.
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«Los niños realmente inteligentes no leen libros durante su infancia: los protagonizan. La imagen de un niño lector es una interpretación con frecuencia ilusa y siempre retrospectiva de adultos idealizados por una autocomplacencia en sus creencias y pretensiones pedagógicas. Y muy ensimismados en ellas. El mundo de la infancia es mucho más libre y natural que la idea que los adultos tienen de él. Insisto en que los niños inteligentes no leen libros, porque no lo necesitan. Su imaginación es muy superior a la perturbada, y con frecuencia también atrofiada, imaginación de los adultos que los escriben. La imaginación infantil no se basa en la lectura, sino en la creación propia. La literatura llega, si llega, mucho después».
Empiezo este artículo veraniego con una cita provocadora de Jesús G. Maestro que compartió el otro día María y que muchas ya habéis leído y comentado porque me parece que ayuda a relajarnos en esta época.
¡Esperemos qué nuestros niños vivan muchas aventuras reales en estas vacaciones!
Como cada verano, muchas familias empiezan a sentirse agobiadas al pensar en qué hacer con los niños durante las vacaciones. Es totalmente comprensible porque no estamos acostumbrados a compartir todo el día con nuestros hijos. Hay familias en las que trabajan ambos y alguien tiene que ocuparse de los críos, pero también están las familias en las que la madre no trabaja fuera de casa pero no quiere ni puede imaginarse el tener a los niños todo el día alrededor.
Está claro que nos lo hemos montado muy mal y que nuestra vida ni es vida ni es nada. Una vida en la que nuestro mayor tesoro no tiene cabida es un sinsentido. ¡La infancia de los niños dura tan poco! Lo paradójico es que, cuando son pequeños, lo que más desean es estar con nosotros, que les prestemos atención, que les contemos historias, que les dejemos ayudarnos a cocinar, limpiar, y acompañarnos a todas partes. Y nosotros solo pensamos en recuperar nuestras vidas sin ellos: poder estar tranquilos, tener conversaciones de adultos, perder el tiempo en las redes sin interrupciones, leer, viajar, salir.
El tiempo pasa volando y, antes de darnos cuenta, nuestros niños dejarán de querer estar todo el tiempo con nosotros, dejarán de escucharnos, no querrán acompañarnos a ningún sitio, y no nos querrán contar sus experiencias. Y entonces, nos lamentaremos y ya será demasiado tarde… C’est la vie.
Esta es solo una reflexión, porque me consta que la mayoría de los que andamos por aquí disfrutamos de la infancia de nuestros hijos, al menos la mayor parte del tiempo porque la crianza y la educación de los hijos no es fácil…
Acostumbrados a las rutinas del curso académico, de repente verse rodeados de ruido, gritos, movimiento, desorden y preguntas, no es sencillo. Pero os animaría a todos a pensarlo dos veces antes de inscribir a los niños en cualquier tipo de campamento urbano o similar.
Dónde mejor están los niños es con sus padres, y no es necesario que los entretengáis constantemente como si fuerais monitores de tiempo libre.
Las infancias de antes estaban llenas de tiempo. Los padres no se preocupaban por entretener a los niños. Ahora, me sorprende ver cómo los niños pasan sus jornadas en el colegio y, cuando salen, tienen muchas actividades… y si un día no tienen nada, los padres se desesperan buscando algo (un cumpleaños, ir al parque con amigos, lo que sea para que no se aburran).
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